Abstract:
A lo largo de nuestra vida entramos en contacto con un sinnúmero de objetos de cada tipo. Algunos son fundamentales para nuestra existencia, otros la mejoran. Nos rodeamos también de objetos que no tienen ninguna funcionalidad, sin embargo nos convencimos que los necesitamos. A veces cuando perdemos algo no nos damos cuenta, mientras que otras lloramos por su pérdida como si fuera un ser querido. Esto pasa porque algunos objetos en los que invertimos afectivamente se convierten en una prolongación de nuestro cuerpo y nuestra identidad. A través de los sentidos percibimos los objetos que nos están a mano pero, a veces, también ellos nos miran. El hombre no domina totalmente el mundo objetual que habita. En algunos casos la relación de dominación entre sujeto y objeto decae, porque entre el individuo y la cosa empieza un mutuo intercambio de contenidos simbólicos. Cada objeto en que invertimos nuestro afecto y nuestra atención se convierte en una parte de nosotros. Si miramos con atención las cosas que cuidamos y queremos, descubrimos en ellas huellas de nuestra identidad y nuestra historia.
El objetivo de este estudio es investigar el papel que los objetos tienen en las vicisitudes de tres novelas de Antonio Muñoz Molina: El jinete polaco (1991), Sefarad (2001) y El viento de la Luna (2006). En estas obras, las cosas revelan informaciones importantes sobre los protagonistas, además son verdaderos móviles de la acción novelesca. Nuestro análisis se focaliza en estas cosas para comprender lo que en los textos de Muñoz Molina es menos inteligible, lo que los narradores y los personajes callan o dicen sólo a medias.
Las cosas de las que nos rodeamos hablan de nuestra identidad y nuestra experiencia en el mundo. De la misma manera, algunas cosas de los relatos de Muñoz Molina hablan de los profundos y complejos temas que el novelista trata en sus novelas, o sea hablan de la memoria, la identidad, el exilio, el tiempo y el amor.